Stephanie soñaba con estudiar medicina, pero no podía pagarse la carrera.
Se graduó entonces de química, que era más barata y entró a trabajar en la empresa DuPont con la intención de ahorrar más dinero para seguir su sueño en el futuro.
Stephanie ingresó al laboratorio de química textil, donde se trabajaba con polímeros. Los polímeros son moléculas muy largas que se construyen a partir de moléculas pequeña llamadas monómeros, como un collar hecho de cuentas. Hay polímeros naturales, pero también podemos hacerlos sintéticos, y en su trabajo, Stephanie debía obtener nuevos polímeros que pudieran transformarse en telas muy resistentes. Este reto le gustó tanto que olvidó su proyecto de estudiar medicina.
Un día de 1965, obtuvo un polímero con apariencia muy extraña. Stephanie y su equipo lo introdujeron en una máquina que giraba as sustancias a altísima velocidad para formar hilos de polímeros. Para sorpresa de todos, este polímero raro generó unos hilos que Stephanie llevó al laboratorio para estudiar su peso y su dureza. Después leyó emocionada los resultados: la nueva fibra era muy dura pero ligera, resistente al fuego y en general, indestructible. Había nacido el Kevlar gracias a sus asombrosas propiedades, el Kevlar se usa para hacer uniformes de bombero, chalecos antibalas y trajes espaciales. También está en neumáticos y pantallas de teléfonos celulares. El Kevlar es ligero y resistente, por lo que se usa en la construcción de aviones, barcos y hasta en la Estación Espacial Internacional, mientras orbita en la tierra flotando en el espacio.
El brillante descubrimiento de Stephanie le valió premios como la Medalla Nacional de Tecnología, y un nombramiento en el Salón de la Fama de Inventores en Estados Unidos. Stephanie falleció en 2014 a la edad de 91 años. Aún seguimos descubriendo usos para su fantástico invento.
Stephanie Kwolek pertenece a la Exposición Principal de Mujeres Inventoras y fue agregada por:
Asociación Mexicana de Museos y Centros de Ciencia y Tecnología (AMMCCYT)